El misterioso pelícano de Rodas

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Cuando era joven, mi percepción de lo que era real y posible en el universo se basaba en la premisa de que los "hechos" y la "lógica" eran las piedras angulares de lo que era ampliamente reconocido como "realidad". Sin lugar a dudas, (guia de aves) me adhiero a esta noción errónea, sin darme cuenta de que de hecho hay magia en el mundo, y que a menudo solo tenemos que estar en el lugar correcto, en el momento adecuado para descubrirla.

Mi concepto de la realidad estaba a punto de cambiar para siempre en la encantadora isla de Rodas, Grecia. Rodas está repleta de misterio, ya que alguna vez fue el hogar de una de las Siete Maravillas del Mundo, el Coloso de Rodas, una enorme estatua de bronce erigida en 280 a. C., que con más de 30 metros de altura, se erguía majestuosamente custodiando el puerto.

Fue en este entorno mítico donde me encontré con mi compañero de viaje y buen amigo Wendell. Wendell y yo habíamos estado atravesando Europa durante varios meses y nos habíamos aventurado a Rodas con la intención de ver el lugar donde una vez estuvo la famosa estatua. Nos cautivó la belleza y el encanto de la isla, y nos intrigó la inexplicable sensación en el aire de que este era un lugar donde cualquier cosa podía suceder.

Mientras paseábamos tranquilamente por el casco antiguo de la ciudad una tarde soleada, de repente escuchamos un fuerte y poderoso batir de alas directamente sobre nuestras cabezas. Miramos hacia arriba y nos sorprendió la presencia del pelícano más grande que habíamos visto. Para nuestro asombro, el pelícano se deslizó con gracia hasta un aterrizaje directamente frente a nosotros.

Nos quedamos en silencio mirando boquiabiertos al pájaro, estupefactos. El pelícano entonces comenzó a caminar por la acera con atención, como si tuviera un destino explícito en mente. Lo seguimos rápidamente a una distancia segura para asegurarnos de no disuadirlo de su objetivo.

Era un caluroso día de verano y, como era costumbre en la isla, las tiendas que bordeaban la calle tenían las puertas abiertas para recibir a los visitantes y permitir que la refrescante brisa del mar ingresara al local.

El pelícano continuó caminando y luego se detuvo brevemente antes de entrar repentinamente a una farmacia local. Lo seguimos con entusiasmo al interior, donde un puñado de clientes navegaba casualmente.

Sin dudarlo, el pelícano pasó junto a los desconcertados clientes hasta un cuarto trasero contiguo de la tienda, donde comenzó a caminar de un lado a otro frente a los estantes que almacenaban una variedad de medicamentos, como si buscara un artículo en particular. Todos nos quedamos paralizados, mirando el extraño comportamiento de esta extraña criatura. Después de unos momentos pareció abandonar su peculiar búsqueda y volvió a entrar al interior de la tienda.

Esperamos expectantes lo que sucedería a continuación. Para nuestra sorpresa, se detuvo en el centro de nuestro pequeño grupo y, a su vez, nos miró a cada uno de nosotros directamente a los ojos, como si tratara de transmitir algún mensaje personal.

Recuerdo que sus ojos parecían inquietantemente humanos, y me invadió una extraña sensación de que en realidad no era un pelícano, sino una aparición que había tomado forma temporalmente como este pájaro curioso.

Sin más preámbulos, salió de la tienda tan abruptamente como había entrado, dio unos pasos hacia la calle y se fue volando. Nos miramos con incredulidad con los ojos muy abiertos, buscando la validación mutua de que lo que habíamos presenciado realmente sucedió. Aunque se ofrecieron algunas sugerencias simbólicas, nadie tenía una explicación plausible de lo que estaba haciendo el pelícano allí o por qué.

Cuando miro hacia atrás en mi vida, puedo recordar muchos eventos extraordinarios que apreciaré por siempre, pero ninguno tan lleno de alegre espontaneidad como el extraordinario día en que nos encontramos con el misterioso pelícano de Rodas.